El
instituto de investigación social para el desarrollo estableció que la
oposición del país carece de discurso.
En un
estudio realizado por el instituto de investigación social para el desarrollo
sobre ciudadanía y desarrollo en la R.D, estableció que la oposición política
del país tiene un discurso desfasado y que por esa razón no logro conectar con
la sociedad en las elecciones de 2016.
El análisis
critica que los partidos de oposición asumen el tema de la corrupción como uno
de los principales problemas de la gente, no siendo así la cosa. “se sugiere un
desfase entre las luchas de la oposición y los principales malestares de la
población, los problemas con mayor frecuencia son la inseguridad ciudadana, la
falta de empleo, los bajos salarios y el alto costo de la vida”, refiere la
publicación que se realizo con el apoyo de las organizaciones no
gubernamentales OXFAM, EBENT y MASADA.
Manifiesta
el análisis que todavía no se puede afirmar que tipo de efectos tendrán las
movilizaciones asociadas a la *Marcha Verde*. “Los datos aportados si apuntan a
la esterilidad política en el mediano y largo plazo de cualquier lucha contra
la impunidad desconectada de otros aspectos más relevantes para la mayoría de
la sociedad como inseguridad ciudadana y
los bajos salarios”. Se especifica que el presente trabajo se hizo antes de que
detonara el caso *ODEBRECHT* y las movilizaciones asociadas a la *Marcha
Verde*.
Comenta el
estudio que la corrupción fue ancla de la oposición para enfrentar la
reelección y aun a pesar del escándalo de la OISOE (Oficina de Ingenieros
Supervisores de Obras del Estado) que precedió el proceso electoral y las
denuncias sobre el uso de soborno para la Reforma Constitucional, solo el 20%
la señala (La Corrupción) como los principales problemas del gobierno.
Sostiene que
el resultado de las elecciones del 2016 demuestra el doble fracaso de la
oposición al no lograr conectar el problema de la corrupción con la figura del
presidente y al no presentar propuestas políticas conectadas con las demandas
sociales de la ciudadanía.
Un ejemplo
claro de una figura elegida en base al tema lo constituye Guillermo Moreno,
quien ha sido uno de los actores políticos más fervientes en señalar y
denunciar la corrupción en los gobiernos del PLD. Ha concursado a la
presidencia en las tres últimas jornadas electorales sin alcanzar más del 2% de
los votos y la gran mayoría de la población piensa que un político con su
perfil tiene nada o muy poca posibilidad de llegar al poder: subraya el
trabajo.
El estudio
plantea que la población percibe el tema de la corrupción como algo que permea
todas las instancias sociales, pero que prevalece más en las instituciones
públicas. “esciente que en el 2017 numerosas personas se movilizaron en torno a
la lucha por el fin de la impunidad en las marchas verdes, pero hay que tener
en cuenta que la idea generalizada de que la política y la corrupción van de la
mano, tiene una larga tradición en la cultura política dominicana”, sentencio.
La encuesta
realizada en octubre del 2016, establece que el 52.29% estima que la corrupción
puede disminuirse pero no eliminarse y solo el 26.87% considera que puede
eliminarse algún día y el 20.48% dice que no se podrá cambiar nunca. Las
conclusiones aconsejan cambiar el enfoque del discurso anticorrupción “porque
la lucha contra la impunidad luce clasista en que solo se viabiliza la
corrupción en los sectores populares”.
El estudio
establece que “analizar la corrupción como producto de una cultura del dao” es
perjudicial para la lucha contra la impunidad, porque culpabiliza a los pobres,
a la vez que invisibiliza el rol que juega el clientelismo, el tráfico de influencia,
el favoritismo y otras prácticas corruptas para articular oportunidades
económicas de las grandes empresas y amplios sectores profesionales de clase
media, argumenta. Señala que se debe desasociar el discurso de la transparencia
del sesgo que culpabiliza a los pobres.
El análisis del Instituto de Investigación
Social para el Desarrollo señala que la ausencia del discurso de oposición
fuerte ha conducido a que la lucha contra la impunidad pierda la capacidad de
arriesgar el poder político y la hegemonía de los grupos más influyentes de la
política y la economía. “La lucha contra la impunidad ha servido principalmente
para generar un mercado de profesionales de la administración, el derecho y
otras áreas de servicio, pero no ha podido encarnar una lucha política
vigorosa”, Afirma.